
El Huevo del Ángel
Comentario
MiguelMJ -Aviso: El texto contiene detalles sobre la trama y el final de la historia.
Introducción
El Huevo del Ángel (Mamoru Oshii, 1985) es una película experimental de animación que usa un lenguaje alegórico y hermético. Su narrativa minimalista cede importancia a la presentación de un paisaje oscuro, desolado y en ruinas, en cierto modo liminal, que plantea muchas preguntas y ofrece pocas respuestas.
En el lenguaje surrealista de la película predomina la ambigüedad de sus símbolos, su mundo y sus personajes anónimos. El estilo artístico de Yoshitaka Amano y sus personajes andróginos intensifica la ambigüedad del mundo de la película, creando una identidad visual sugerente y evocadora.
Como en las grandes obras surrealistas, el mundo de la película es un mundo onírico donde las categorías se funden unas con otras, como se funde el sueño con la vigilia. En este espacio intersticial se nos presenta la ambigüedad de lo visible y lo invisible; lo animado y lo inerte; el interior y el exterior; y por supuesto, aquella de las relaciones humanas. La figura del ángel, que da título a la película, encarna una tensa ambigüedad entre mamífero y ave, humano y animal, mundano y divino. El huevo también evoca los estados intermedios entre la vida y la no-vida, y transmite una incertidumbre que sólo puede deshacerse mediante la violencia; el cascarón debe romperse, ya sea desde dentro o desde fuera. Esta separación también define dos enfoques para el problema del conocimiento, encarnada por los dos personajes principales: la niña, que aguarda con ilusión infantil a que el huevo revele un contenido sobre el que ella ensueña; y el joven, para quien la acción es lo único que puede resolver el problema, pasando por encima de lo demás.
Las distintas lecturas que admite la película tienen como punto clave la pérdida de la inocencia. Este es un tema recurrente en las historias de mundos deshechos por las catástrofes y la guerra. El huérfano y el vagabundo son personajes que se desenvuelven en estas tramas a través de una dialéctica entre la ilusión y el principio de realidad. Inevitablemente, esta dialéctica sólo puede concluir con la parte más vulnerable convertida en víctima, bien por un encuentro directo con la indiferencia del mundo, bien por la intervención de un agente antagonista.
Lectura I - El primer encuentro sexual
El psicoanálisis describe el desarrollo del individuo en términos de su evolución sexual. La definición de nuestra identidad y nuestra relación con ella se ve marcada por los roles reproductivos, las expectativas sociales y los imperativos biológicos de cada sexo. La distancia que existe entre varón y hembra, mínima al nacer, aumenta con el paso de los años y se agudiza con cada florecimiento sexual. En el caso femenino, la virginidad ha marcado históricamente la barrera simbólica entre la infancia y la vida adulta, entre la niña y la mujer. Este es el marco desde el que abordaremos nuestra primera interpretación.
El Huevo del Ángel puede entenderse como un relato de formación femenina. En el entorno monocromático de la película, el vestido rosa de la niña simboliza su inocencia virginal. El huevo que lleva debajo, con su forma similar a un vientre gestante, sugiere su latente sexualidad. A lo largo de la primera mitad de la película, veremos a la niña en lugares que evocan una transición inminente: al borde del agua, tras un cristal, o a través de arcos y ventanas. Una premonición al inicio muestra a la niña sumergida en el agua, al otro lado del umbral. Esta visión, acompañada de una fuerza que la altera profundamente, adelanta el destino de la protagonista.
El huevo puede representar muchas cosas al mismo tiempo. Como símbolo de la sexualidad latente, la cáscara representa la frágil barrera que protege la inocencia del mundo, que crea un espacio seguro para el desarrollo inicial, pero que también puede encerrar a la criatura hasta morir. Sólo rompiéndola puede tener lugar la vida y el crecimiento.
El agua, otro símbolo recurrente en la película, asociada en el psicoanálisis al vientre materno, representa la sexualidad patente de la niña. Esto concordaría con cómo ella siempre se queda al borde del agua excepto en la premonición inicial y el desenlace.
A los quince minutos de la película, aparece el segundo protagonista: un joven con un largo aparato mecánico que podría ser una herramienta o un arma con forma de cruz. Así como la carga distintiva de la niña es el huevo, símbolo de su condición frágil pero fértil, el hombre porta un objeto fálico, símbolo de una sexualidad masculina adulta. Su piel tiene un tono oscuro, en contraste con la palidez de la niña. Ella huye asustada, aunque el joven no se muestre hostil. Con una breve y silenciosa reunión, se marca el inicio de la relación entre ambos sexos.
Desde la perspectiva del psicoanálisis, la herramienta-arma es ambas cosas, de la misma manera que lo es el falo. Al mismo tiempo es un símbolo de fertilidad y procreación, y uno de agresión y control. Con él, la penetración se realiza de manera física y simbólica en el mundo de la niña.
Al poco de escapar, la protagonista encuentra una botella de líquido rojo. Lo vacía y luego lo llena de agua limpia, de una manera que nos recuerda al ciclo menstrual. El cuerpo se anticipa para recibir al hombre antes de que la mente esté madura.
La niña parece haberse olvidado del encuentro, y se distrae contemplando el agua, símbolo de su propia fertilidad, que observa pero a la que no se entrega. Es sorprendida por el muchacho, que se ha hecho con el huevo mientras ella no miraba, sólo para devolvérselo y plantearle una pregunta. ¿Qué hay dentro del huevo? Si quiere saberlo, tendrá que romperlo. Esta propuesta establece la nueva tensión entre ambos, acentuada por la clara situación de desventaja en la que se encuentra ella, pero tras último y corto intento de huída, se convierten en compañeros.
En esta conversación, se hace explícito algo que hasta ahora sólo estaba implícito. El dilema no se había planteado hasta el momento en el que el tabú se hace visible, situando a cada personaje en una posición con respecto a él.
En los siguientes episodios la relación entre ellos se irá estrechando. La niña le pide al joven que le prometa que no le hará nada al huevo, pero él se queda impasible y en silencio. Los dos se adentran en lo que parece ser el escondite de la niña. Allí, ella deposita el agua que ha ido recogiendo con el tiempo (de nuevo, un símbolo de su fertilidad en suspensión) y tienen una conversación en la que ambos van revelando más de sí mismos, relajando las defensas que hay entre ellos. En un acto final de confianza, ella lo conduce hasta el fósil de un ángel. Frente a estos restos, ella le asegura que el huevo pertenece a un ángel y que lo está incubando para que nazca.
La relación de los protagonistas refleja la ambivalencia de la relación humana: miedo y atracción en ella; ternura y agresión en él. Esta es la tensión del despertar sexual, entre el deseo, la amenaza y su necesidad para la maduración. Además, aquí el Edipo entre ellos alcanza un punto culminante. La pequeña se ha proyectado a sí misma como una figura materna, pero lo ha hecho exhibiendo al mismo tiempo una ilusión pueril. Sin embargo, él ha sido su protector hasta este momento, un reflejo de la autoridad paterna en la psique infantil. Al haber proyectado estos roles, se completa el esquema edípico, desde el que se han estado relacionando.
Por la noche, ella se duerme imaginando al ángel que hay dentro del huevo. Él, en cambio, se queda despierto, en una larga secuencia donde el fuego, como la vigilia de la pequeña, se apaga lentamente. Entonces, en la oscuridad, el muchacho se levanta y, usando la herramienta-arma, rompe el huevo, antes de marcharse. Cuando ella despierta, se echa a llorar desconsoladamente al ver el huevo destrozado (cuyo contenido no se nos muestra) y sale corriendo detraś del responsable. Sin embargo, antes de llegar a él, la niña se cae por una grieta del suelo, precipitándose hacia una masa de agua que refleja a la niña en su versión adulta. Al atravesar la superficie, ambas versiones de la protagonista se encuentran, desapareciendo la niña y quedando solo la adulta, sumergida en el agua. Entonces, de su boca, surge una multitud de burbujas que se convierten en huevos flotando en la superficie.
Toda esta secuencia es una alegoría del acto sexual. La penetración del falo, el agua del vientre materno, la transformación en mujer y la revelación de los nuevos ciclos reproductivos… todos los símbolos que nos han presentado durante la película interaccionan finalmente para construir un desenlace que representa el tránsito hacia la sexualidad adulta y hacia la vida reproductiva.
Al final, una gigantesca máquina emerge del agua, cubierta de cientos de esculturas, incluida una de la niña. Desde la orilla, el muchacho observa cómo se aleja. La ascensión a los cielos en una nave representa la partida de las almas de este mundo. Las figuras pétreas tienen un carácter funerario, memorial. En este caso, lo que se plantea es el luto por la pérdida de la inocencia, que es la muerte de la infancia.
Esta es una de las muchas interpretaciones posibles del Huevo del Ángel. En todas está presente la pérdida de la inocencia y el ciclo de la destrucción y la creación. Sin embargo, no hemos agotado el potencial simbólico de la película y hemos obviado muchas secuencias que, sin contradecir esta lectura, alimentan otras interpretaciones que también comentaremos.